14/10/12

Jardín (2006)


Jardín: Hombre y Naturaleza, Materia y Espíritu.
Tierra y lluvia, Tierra mojada.
Humedad que me envuelve. Limpia, clara, serena…
Humedad que me empapa de calma y sosiego.
Calmado paseo. Caminando sin pensar.
Dejándome llevar por el agua que me cae, me moja,
y me cala… hasta los huesos.
A. RUBIO
     El jardín es una construcción física y también una construcción intelectual. En cuanto a los aspectos físicos, el jardín se construye con materiales vegetales, piedras, agua… que responden a formas, modelos o estilos culturales e históricos (a modo de un tipo de arquitectura). Pero, el jardín no puede ser entendido sólo como un objeto construido o como un espacio concreto sino como idea (de una realidad que son los jardines).
     Existe una dislocación entre idea y realidad, de tal manera que mientras la idea de jardín bien como representación ideal del mundo (Utopía, ideal de una sociedad perfecta), bien como reconstrucción del primer jardín (nostalgia del Paraíso Perdido, Elíseo, Arcadia…) nos muestra una serie de cualidades que se materializan en un lugar feliz, bello, agradable, útil, saludable …, la realidad nos muestra un mundo (el hombre y su historia) cruel, infeliz, desertizado, insufrible…
     El jardín se alza como una utopía alcanzable, como sinónimo de lugar de quietud y felicidad eterna (de ese deseo de felicidad que tendemos a buscar): “Por ello es necesario recuperar lo que de idea, de ideal, hay en el jardín, para mantener encendida la llama de la utopía”. (1)
     El jardín es también la recreación de un mundo edénico. Es la imagen mística de ese paraíso terrenal común a todas las grandes civilizaciones y religiones como lugar idealizado donde el hombre vuelca todas sus esperanzas y sus anhelos de habitar un mundo mejor. Se convierte así el jardín en un símbolo, en una imagen del Edén: “El paraíso terrenal era el estado natural del hombre, cuando no comía del árbol de ciencia del bien y del mal. Ni buena ni mala, el símbolo representa la realidad tal y como es…” (2)
     Árbol como metáfora de la ciencia. Jardín unido al conocimiento, jardín como fragilidad extrema, como confrontación entre el orden y el caos, entre microcosmos e imagen del universo, entre la tierra, como gran madre universal (generadora de todas las criaturas de la naturaleza –incluido el hombre-, primera morada gestante de la humanidad), y el hombre que, frente a los animales salvajes, que habitan la selva indómita, al construir el jardín como morada demuestra su inteligencia y ejerce un dominio sobre la naturaleza.
     La necesidad que tiene el hombre de demostrarse a sí mismo su capacidad para dominar y transformar el medio físico ha contribuido a desarrollar formas artísticas en las que la naturaleza es el sujeto del arte. El arte del jardín es el más antiguo a través del cual el hombre expresa sus ideas de poder sobre la naturaleza. Arte pues de intervención que adquiere, a lo largo de la historia, infinidad de formas diferentes.
     Jardín como reino de la dualidad, dualidad como unidad. Todo en él tiene cabida, es posible. La fantasía y la realidad se integran en un todo. Jardín de la imaginación y jardín del conocimiento. Lugar de la geometría y el orden, pero también del caos. Jardín del Clasicismo y del Romanticismo, de lo apolíneo y lo dionisíaco, de la razón y de los sentidos. Jardín del día y de la noche, de la vida y de la muerte. Jardín como cognitio matutina, como punto de unión entre luz y sombra.
     El jardín es un espacio acotado, cerrado, separado del exterior. Fuera de su recinto está la realidad cotidiana, entrar y salir, dentro y fuera de las dimensiones del tiempo. Un lugar en el que nadie puede entrar sin consentimiento. “Es un lugar privado, alejado de la mirada de los curiosos… un lugar que, por su carácter íntimo, se vuelve sagrado”. (3) Sin embargo, el jardín no tiene fronteras , tamaños ni barreras. El jardín es, al igual que toda obra de arte, “un símbolo abierto que no tiene límites definidos. Jardín que al extremo puede ser una maceta y en su expresión más amplia la ciudad entera…” (4)
    Como símbolo, el jardín cumple una función mediadora, reuniendo elementos separados, uniendo dualidades: materia y espíritu, hombre y naturaleza, naturaleza y arte… El jardín es un símbolo que a su vez está formado por la infinidad de símbolos que pueden representar sus elementos –piedras, árboles, agua…-
     El jardín no es sólo el lugar para encontrar frescura, luz y sombra, colores y perfume. Es un lugar en el que se unen sentimiento y pensamiento. Es el lugar ideal para hablar al espíritu y sobre todo a la imaginación. El jardín es un lugar poético en el que vive la propia soledad, la propia intimidad, como espacio para el vagar solitario pero que ofrece la posibilidad de la conversación, del paseo en compañía. Es un lujar para la paz, premisa de la contemplación (estado natural del hombre), a través de la cual “ocurre el símbolo en nosotros, e inadvertidamente se acerca el alma a su no ser. No hay entonces espectador, sino solo lo que hay. Reconocemos lo Uno en el Todo.” (5)
    A través de la contemplación activa de la naturaleza, uno se observa a sí mismo o, mejor dicho, uno observa el proceso de su existencia. Se genera una experiencia que nos hace conscientes de la interacción entre el cuerpo perceptor y el mundo. Se invierte así el proceso por el cual el objeto es descubierto por el sujeto; ahora es el objeto el que descubre al sujeto:
Quien se dirige a la naturaleza con los sentidos despiertos puede encontrar en ella un manantial de extraordinaria riqueza que contribuya a lavar las telarañas que se ciernen en lo más profundo del ser, preparándonos para enfrentarnos a nosotros mismos e iniciar, así, la ardua tarea del autoconocimiento “.(6)
  (1) Maderuelo, Javier. Introducción : El Jardín como Arte. Actas del I curso. Arte y Naturaleza. Dir: Javier Maderuelo. Huesca. 1995. Editado por la Diputación de Huesca. Pág. 11.
  (2) Olives Puig, J. Prólogo de Chevalier, Jean y Gheerbrant, Alain. Diccionario de los Símbolos. Pág. 11.
  (3) Maderuelo, Javier. Habitar el Jardín. Actas del III curso. El Jardín como Arte. Dir: Javier Maderuelo. Huesca. 1997. Editado por la Diputación de Huesca. Pág. 98.
  (4) Gombrich. Citado por Añón Feliu, Carmen en: El jardín como Arte y Sentimiento de la Naturaleza. Actas del I curso... op. cit. Pág. 43.
  (5) Olives Puig, J. Op. cit. Pág. 10.
  (6) García, Aurora. Hacia el Paisaje. Catálogo. C.A.A.M. Canarias. 1990. Pág. 13.


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