13/5/10

Latente (2004)

La serie surge… en primavera. Posiblemente como divertimento, quizá como necesidad o simplemente como réplica a una anécdota ocurrida en el Salón de Té que poseía (1). Quizás fue el resultado de todo ello en conjunto.
Quería hablar de sexo, pero no de un sexo explícito sino insinuado y, en cierto modo, codificado (sexo subliminal, pero sexo y sólo sexo). No quería mostrarlo oscuro para que no acarreara sentimientos de oculto, prohibido, pecaminoso, sucio…. Quería un sexo a plena luz del día. El sexo de la siesta.
 
Luz y calor.
Sexo y siesta.
Calma, quietud,
tranquilidad y reposo.
Todo se halla en estado latente,
todo dispuesto…para el placer.
No quería tampoco mostrar el acto sexual en sí, sino nuestra predisposición hacia el mismo. Todos tenemos un cuerpo con capacidad sexual y, aunque a muchos les cueste reconocerlo, con órganos y sentidos preparados para gozar. Unos tienen pene, otras tienen vagina, pero todos tenemos pezones, orejas, cuello, espalda,…y ano.
Nuevamente el cuerpo se convierte en anatomía descriptiva, anatomía sexual. ¿Qué por qué utilizo al varón como ejemplo? Porque prefiero hablar de aquello que conozco, hablar de mí, eligiendo así al “macho” para utilizar el doble significado que el termino posee: como varón (autorretrato) y como excusa para referirme a ese ser “falocentrista” que aún existe y que generalmente olvida que no todo es falo en la vida y mucho menos en el sexo. Se trata pues de hacer una invitación a descubrir “su otro lado” (2).
Autorretratado como animal;
animal como deseo.
Deseo en estado puro,
en estado latente
Ningún discurso de identidad gay y mucho menos de género se halla en la serie. El papel que el ano desempeña en ella es la clave. Ano pues como unidad y no como diferencia entre “sexos” (elemento común que posee tanto el varón como la hembra) ni entre “géneros” (en el momento que no hay diferencias físicas, sino similitudes, cualquier discurso sobre el género deja de tener sentido, los roles psico-sociales desaparecen). En lo referente a la orientación sexual sería simplemente eso, una preferencia, un gusto del que cualquiera puede disponer (si no existieran tabúes al respecto). Sería como un reinicio, un regreso a la idea de una “sodomía” no ya como pecaminosa (¡gracias a Dios!) sino simplemente como cualidad que todos poseemos, capacidad que todos compartimos…
1. Una clienta habitual, siempre que era posible, se sentaba frente a la obra: Dos.3.Orgasmo. Estaba fascinada con él. Así un día, otro día… hasta que un día, al marcharse, nos confesó su pasión por la obra. La regalé una postal del cuadro en la que se indicaba su título. Al leerlo, su reacción fue extraña (o así es como yo lo percibí). Desde entonces, no se ha vuelto a sentar delante del cuadro (incluso confesó a mi marido que ya no puede mirarlo). ¿Todo eso por un título? ¿por un orgasmo? El sexo… tan natural… puede acarrear infinitud de incomodidades, de tabúes,…
2. Una invitación que se está convirtiendo en una especie de moda. Recientemente diversas cadenas de televisión, en la lucha de las audiencias, realizan programas de sexo en los que en ano se convierte en zona erógena. En uno de ellos (curiosamente destinado –aunque no exclusivamente- a “matrimonios heterosexuales” en los que, con los años , se había apagado la “llama de la pasión”) se finalizaba con una clara invitación a los varones heterosexuales (pues se presupone que los homosexuales no la necesitan) a que hagan uso de su ano, que descubran su “punto G” (que se halla ahí, al ladito de la próstata), que permitan que su “señora” explore la zona… que se relajen y disfruten.

No hay comentarios:

Publicar un comentario