“Entiendes porque entiendes,
aunque pocos lo entiendan.
Tan simple como respirar.
No entiendes los colores,
el rosa o el azul,
los que lo imponen son tu cruz (…)
Y respetar y comprender
algo tan fácil de entender (…)
Y ya esta bien de confundir,
de no entender, ¡dejad vivir! (…)
Sólo soporte del amor
son nuestros cuerpos.”
TONTXU. Entiendes (Canción incluida en el CD: Se vende).
aunque pocos lo entiendan.
Tan simple como respirar.
No entiendes los colores,
el rosa o el azul,
los que lo imponen son tu cruz (…)
Y respetar y comprender
algo tan fácil de entender (…)
Y ya esta bien de confundir,
de no entender, ¡dejad vivir! (…)
Sólo soporte del amor
son nuestros cuerpos.”
TONTXU. Entiendes (Canción incluida en el CD: Se vende).
Yo entiendo, tu entiendes, él entiende, nosotras entendemos, vosotros entendéis, ellas entienden. ¡O no!, ¿quién sabe? Entender o no, ¿es esa es la cuestión? Entender la atracción, el deseo y ¿por qué no el amor?
Reconozco que éste es el término con el que siempre me he sentido más cómodo. Quizás por su propia ambigüedad, quizás por su secretismo (no el secreto como dolor, sino como el placer de pertenecer a una especie de grupo iniciático muy especial) o simplemente porque equivaldría únicamente a un gusto y no a una identidad y, por tanto, como característica o cualidad y no como categoría, puede decir que entiende desde la loca hasta el supergay, del oso al depilado, del católico al amante del fist-fucking, del casado al reivindicativo,…
Todos entendemos, unos de fútbol, otros de geología,… Yo entiendo de hombres (y de pintura, de albañilería,...). Es por eso por lo que no puedo definir mi identidad únicamente por mi deseo erótico-sexual. Soy demasiadas cosas para resumirme-definirme como una sola.
¿Qué si prefiero carne o pescado? Carne, por supuesto, pero también me gustan los caracoles, las patatas fritas,… ¿Por qué necesitamos clasificar? La vida no es blanco o negro, rosa o azul,… Me entristezco al verme reducido a una categoría (homosexual), pero soy consciente que gracias a esta pertenencia a un grupo y a un asociacionismo como grupo, como identidad sexual, he podido contraer matrimonio (con los mismos derechos y deberes que los demás). Resulta extraño saber que si bien nuestra diferencia no es una identidad sino una simple cualidad (desear a alguien del mismo sexo), sin identidad no podría vivir lo que vivo.
Debemos, no obstante, tener cuidado con la categorización de algo tan sencillo como el deseo. Está condenado de antemano a la marginación pues, si bien como grupo social puede conseguir derechos y reconocimientos, fácilmente caerá en la creación de grupos, de guettos aislados, diferenciados de los demás, con sus propias costumbres y normas. Aunque esté tan de moda la multiculturalidad, la sociedad multiétnica, multirreligiosa, etc., creo sinceramente que es un grave error potenciar de este modo la diferencia (diferencia exclusivista).
Yo no soy diferente a los demás, soy bueno y soy malo, soy egoísta y soy generoso, soy todo y soy nada. ¿Que me atraen las personas de mi mismo sexo? ¿Que me gustan las judías con chorizo? ¿Que no me gusta el fútbol? ¿Que me gusta pintar?.... ¿y qué? Son solo gustos, únicamente cualidades que en su conjunto me definen pero que en realidad no son diferencias sino semejanzas (a unos en un caso, a otros en el siguiente,…).
CUANTA VERDAD, EN LO QUE DICES.
ResponderEliminarJ.P. (Tarragona)
Muy buen artículo.
ResponderEliminarQuizás nosotros mismos tendemos a clasificarnos y agruparnos en "guetos".
Y por supuesto soy igual que cualquier humano, aunque diferente como cualquier humano.
Creo que el tema de la igualdad o discriminación da mucho para hablar, pero me choca ver como todavía hay gente -en una gran ciudad- que se extraña de ver a dos personas del mismo sexo cogidas de la mano.
Miguel