29/10/12

Jardin (IV) (2006)


ENSAYOS FRENTE AL ESPEJO
Es la primera imagen que veo cada día al salir al jardín: un hermoso pino.
     Al principio, al comenzar a dibujar, no era más que un simple árbol. Árbol que sin saber porqué, me atraía, me fascinaba. Poco a poco, a medida que realizaba más y más ensayos-bocetos, estancado, petrificado delante del pino, éste se fue metamorfoseando en cuerpo, su corteza se hacía piel… mi piel. El jardín se había convertido en un gran espejo en el que me miraba y en el que me encontré.
Ejemplos de Bocetos de unos   22x28cm
Autorretrato definitivo en  70x100 cm  

21/10/12

Jardin (III) (2006)


DESARROLLO TÉCNICO: PIEDRA Y PAPEL.
Ascended a una cima para ser en ella la escultura,
para que todo lo que hayáis visto os haga de pedestal.”
PEREJAUME (11)
     La obra o proyecto queda planteado en dos planos diferentes e interrelacionados. En un primer término y como protagonista fundamental (generador del segundo) se halla el jardín en sí mismo. Jardín como realidad en proceso de construcción, pero dispuesta ya para la experiencia, para la contemplación. El segundo apartado correspondería al resultado plástico de la experiencia en sí, a través del dibujo.
     Para lo primero, bastaría con un paseo, como experiencia directa para sentir, para disfrutar su tranquilidad, respirar su aire… Ante esta imposibilidad, me veo obligado a intentar transcribir el espacio a una serie de fotografías. No pretendo que dichas fotografías sean artísticas, no tendría sentido. Fotografías pues como simples elementos informativos, fotografías en blanco y negro como documentación de algo que no se puede documentar. Presento las fotografías como extra, como anexo No tiene sentido hacerlas partícipe de la obra en sí, pues no son un objetivo, sino un vehículo de información, un conjunto de fragmentos, imágenes de una realidad a la que representa, pero de la que no participa. Mostraré parte del proceso: el antes y el después, el pasado y el presente, entendiendo el presente como germen de futuro.
     Las fotografías incluidas en la introducción -Jardín: Hombre y Naturaleza, Materia Y Espíritu- corresponderían al estado en que se hallaba el jardín cuando compramos el terreno. El resto de las fotografías irán mostrando los cambios que se irán introduciendo en el jardín. Fotografías narrativas, cómplices en el proceso.
     Teniendo en cuenta que las relaciones entre arte y naturaleza quedan condicionadas por la cualidad de segunda naturaleza que posee el arte en cuanto producto humano, el arte asume, pues, el papel de herramienta entre el conocimiento y la naturaleza original.
    Dibujo como herramienta y dibujo como reto. Dibujar es, al igual que la albañilería, un volver a aprender lo desaprendido, lo olvidado, lo infravalorado y en cierto modo, incluso despreciado. El jardín supone una marcha atrás, un retomar aquello que por más que he intentado olvidar… no he podido. Resulta curioso el paralelismo que, en mi caso, se establece entre el dibujo y la albañilería, entre la primera naturaleza del jardín y la segunda del papel.
     Gris cemento, gris carbón. La misma mano que recoge piedras, que sujeta la paleta, que mezcla arena y cemento, que hace caminos… , dirige el carboncillo dibujando sobre el papel. Caminos sobre el terreno y líneas sobre el papel. Líneas que oscilan entre la fragilidad más extrema, llenas de sensibilidad, repletas de espiritualidad… y la dureza de la escisión más rotunda, generadora de la unidad.
Pero el dibujo no es únicamente un reto. Es la única técnica que me permitiría, gracias a sus cualidades o características, conseguir mis objetivos.
     La discreción del dibujo es similar a la de mi intervención en el jardín. Su instantaneidad me permite describir la experiencia contemplativa en estado puro, sin que haya lugar ni tiempo para la razón. Me permite mostrar la naturaleza sin competir con ella.
     Busco la sencillez del dibujo. Pero esta sencillez no equivale a austeridad en un sentido orientalista pues, mi jardín no es austero, es esplendor, es un jardín en demasía. Si no uso color es simplemente porque es innecesario y, como tal, sólo serviría como elemento de distracción. La economía de elementos no es tampoco una economía de fuerza pues, no me importa desperdiciar energía en aquello que amo. Es una economía que permita visualizar fácilmente, a través de la insinuación, el dibujo como unidad.
     La capacidad de insinuación que posee el dibujo, el mostrar lo máximo con lo mínimo, es lo que convierte al observador en actor y partícipe de ella. Es él quien termina la obra, quien la da por concluida.
(11) Perejaume. Catálogo: Perejaume. Galería Soledad Lorenzo. Madrid. 1999.


19/10/12

Jardin (II) (2006)


JARDIN COMO PROCESO.
La vida, como el arte,
no es un instante, es un proceso."
R. MORRIS (7)
     Hace algo más de un año que comenzamos (8) este proyecto. Compramos una casa en el campo, con un jardín que no era más que un inicio, un terreno lleno de posibilidades. Volví a ser albañil, me hice jardinero.
Aquí el proceso se realiza en un doble sentido. Por un lado está la acción del hombre (nuestra actuación) sobre el jardín y por otro está la acción de naturaleza en sí misma, que transforma el jardín en una arquitectura espacial que se transforma con el tiempo, sujeto a un ciclo vital, que se mueve en el circulo de las estaciones, en su renovación biológica. Tiempo como presencia absoluta de la naturaleza. “Jardín que sobrepasa la caducidad del tiempo” (9).
     Me siento un artista trabajando directamente sobre la naturaleza. Como un artista-jardinero que dibuja caminos con piedras y cemento, que separa planos y alturas, delimitando espacios a través de contornos. Es una especie de intervención, pero no sobre el lugar, sino más bien con el lugar. No pretendo dominar la naturaleza, sería absurdo. Sólo pretendo ayudarla en su camino, en se crecer.
     El arte del jardín es el embellecimiento de la tierra por medio de todas las posibilidades que la tierra ofrece a la intuición, flores, arbustos, árboles… combinadas de forma diversa y conforme a una idea, a un pensamiento no planificado que surge de la interacción con el terreno. Me dejo llevar por el jardín, por sus formas y pendientes, actuando en función de ellas. Las leyes que construyen el jardín, luz, composición, ritmo… no surgen de la razón, sino de la relación con la naturaleza, como partícipe de una trama que ella me insinúa, de un secreto que me llega al inconsciente.
     El jardín tiene que ser entendido como naturaleza enteramente subjetivada en la que el artista-jardinero hace con los elementos del jardín lo mismo que el poeta hace con las palabras:“los junta de tal modo que parecen nuevos y excepcionales y, al mismo tiempo, es como si por primera vez fuesen ellos mismo y se acordasen de ellos mismos” (10).
   Crear un camino es cansado pero… maravilloso. Busco piedras en el campo a modo de objeto encontrado y busco también, para ellas, un lugar en el que depositarlas. Pero no en cualquier lugar. Debo encontrar aquel que le corresponda, aquel que ellas mismas estaban esperando. Intentando disponerlas de forma más o menos armónica, más o menos equilibrada, pero siguiendo su forma y no la mía, respetando el entorno. No se trata de crear caminos, sino de caminar.
   El resultado ha de ser hermoso pero discreto, debe pasar desapercibido, integrado en el paisaje. Instalación realizada para en realidad no ser vista, para pasar desapercibida. El objetivo es que una vez terminada la intervención ha de parecer que siempre ha estado ahí. La discreción del resultado es mi objetivo y mi triunfo. La belleza de la contemplación… mi premio.
     A través del jardín participas de la magia de la naturaleza, del misterio que encierra una semilla, de la esencia de la vida. Plantar una bellota y ver como, poco a poco, va apareciendo, haciéndose más y más visible una encina; pasear y descubrir como de la nada van surgiendo esbozos de futuros pinos… es indescriptible.
(7)  Morris, Robert. Continuus Project Altered Daily. Londres. 1993. Citado por Raquejo, Tonia en Land Art. Arte Hoy. Editorial Nerea. Madrid. 1998. Pág.. 61.
(8)  No estoy solo en esta aventura. Mi marido, Hubert, es parte fundamental en este proceso, en esta experimentación, en esta metamorfosis que vive el jardín, que vivimos nosotros.
(9)  Añón Feliz, Carmen. Op. cit. Pág. 42.
(10)Von Hofmanns, Hugo. Gärten. Citado por Asunto, Rosario en: Ontología y Teología del Jardín. Tecnos.Madrid. 1991. Pág. 141.

14/10/12

Jardín (2006)


Jardín: Hombre y Naturaleza, Materia y Espíritu.
Tierra y lluvia, Tierra mojada.
Humedad que me envuelve. Limpia, clara, serena…
Humedad que me empapa de calma y sosiego.
Calmado paseo. Caminando sin pensar.
Dejándome llevar por el agua que me cae, me moja,
y me cala… hasta los huesos.
A. RUBIO
     El jardín es una construcción física y también una construcción intelectual. En cuanto a los aspectos físicos, el jardín se construye con materiales vegetales, piedras, agua… que responden a formas, modelos o estilos culturales e históricos (a modo de un tipo de arquitectura). Pero, el jardín no puede ser entendido sólo como un objeto construido o como un espacio concreto sino como idea (de una realidad que son los jardines).
     Existe una dislocación entre idea y realidad, de tal manera que mientras la idea de jardín bien como representación ideal del mundo (Utopía, ideal de una sociedad perfecta), bien como reconstrucción del primer jardín (nostalgia del Paraíso Perdido, Elíseo, Arcadia…) nos muestra una serie de cualidades que se materializan en un lugar feliz, bello, agradable, útil, saludable …, la realidad nos muestra un mundo (el hombre y su historia) cruel, infeliz, desertizado, insufrible…
     El jardín se alza como una utopía alcanzable, como sinónimo de lugar de quietud y felicidad eterna (de ese deseo de felicidad que tendemos a buscar): “Por ello es necesario recuperar lo que de idea, de ideal, hay en el jardín, para mantener encendida la llama de la utopía”. (1)
     El jardín es también la recreación de un mundo edénico. Es la imagen mística de ese paraíso terrenal común a todas las grandes civilizaciones y religiones como lugar idealizado donde el hombre vuelca todas sus esperanzas y sus anhelos de habitar un mundo mejor. Se convierte así el jardín en un símbolo, en una imagen del Edén: “El paraíso terrenal era el estado natural del hombre, cuando no comía del árbol de ciencia del bien y del mal. Ni buena ni mala, el símbolo representa la realidad tal y como es…” (2)
     Árbol como metáfora de la ciencia. Jardín unido al conocimiento, jardín como fragilidad extrema, como confrontación entre el orden y el caos, entre microcosmos e imagen del universo, entre la tierra, como gran madre universal (generadora de todas las criaturas de la naturaleza –incluido el hombre-, primera morada gestante de la humanidad), y el hombre que, frente a los animales salvajes, que habitan la selva indómita, al construir el jardín como morada demuestra su inteligencia y ejerce un dominio sobre la naturaleza.
     La necesidad que tiene el hombre de demostrarse a sí mismo su capacidad para dominar y transformar el medio físico ha contribuido a desarrollar formas artísticas en las que la naturaleza es el sujeto del arte. El arte del jardín es el más antiguo a través del cual el hombre expresa sus ideas de poder sobre la naturaleza. Arte pues de intervención que adquiere, a lo largo de la historia, infinidad de formas diferentes.
     Jardín como reino de la dualidad, dualidad como unidad. Todo en él tiene cabida, es posible. La fantasía y la realidad se integran en un todo. Jardín de la imaginación y jardín del conocimiento. Lugar de la geometría y el orden, pero también del caos. Jardín del Clasicismo y del Romanticismo, de lo apolíneo y lo dionisíaco, de la razón y de los sentidos. Jardín del día y de la noche, de la vida y de la muerte. Jardín como cognitio matutina, como punto de unión entre luz y sombra.
     El jardín es un espacio acotado, cerrado, separado del exterior. Fuera de su recinto está la realidad cotidiana, entrar y salir, dentro y fuera de las dimensiones del tiempo. Un lugar en el que nadie puede entrar sin consentimiento. “Es un lugar privado, alejado de la mirada de los curiosos… un lugar que, por su carácter íntimo, se vuelve sagrado”. (3) Sin embargo, el jardín no tiene fronteras , tamaños ni barreras. El jardín es, al igual que toda obra de arte, “un símbolo abierto que no tiene límites definidos. Jardín que al extremo puede ser una maceta y en su expresión más amplia la ciudad entera…” (4)
    Como símbolo, el jardín cumple una función mediadora, reuniendo elementos separados, uniendo dualidades: materia y espíritu, hombre y naturaleza, naturaleza y arte… El jardín es un símbolo que a su vez está formado por la infinidad de símbolos que pueden representar sus elementos –piedras, árboles, agua…-
     El jardín no es sólo el lugar para encontrar frescura, luz y sombra, colores y perfume. Es un lugar en el que se unen sentimiento y pensamiento. Es el lugar ideal para hablar al espíritu y sobre todo a la imaginación. El jardín es un lugar poético en el que vive la propia soledad, la propia intimidad, como espacio para el vagar solitario pero que ofrece la posibilidad de la conversación, del paseo en compañía. Es un lujar para la paz, premisa de la contemplación (estado natural del hombre), a través de la cual “ocurre el símbolo en nosotros, e inadvertidamente se acerca el alma a su no ser. No hay entonces espectador, sino solo lo que hay. Reconocemos lo Uno en el Todo.” (5)
    A través de la contemplación activa de la naturaleza, uno se observa a sí mismo o, mejor dicho, uno observa el proceso de su existencia. Se genera una experiencia que nos hace conscientes de la interacción entre el cuerpo perceptor y el mundo. Se invierte así el proceso por el cual el objeto es descubierto por el sujeto; ahora es el objeto el que descubre al sujeto:
Quien se dirige a la naturaleza con los sentidos despiertos puede encontrar en ella un manantial de extraordinaria riqueza que contribuya a lavar las telarañas que se ciernen en lo más profundo del ser, preparándonos para enfrentarnos a nosotros mismos e iniciar, así, la ardua tarea del autoconocimiento “.(6)
  (1) Maderuelo, Javier. Introducción : El Jardín como Arte. Actas del I curso. Arte y Naturaleza. Dir: Javier Maderuelo. Huesca. 1995. Editado por la Diputación de Huesca. Pág. 11.
  (2) Olives Puig, J. Prólogo de Chevalier, Jean y Gheerbrant, Alain. Diccionario de los Símbolos. Pág. 11.
  (3) Maderuelo, Javier. Habitar el Jardín. Actas del III curso. El Jardín como Arte. Dir: Javier Maderuelo. Huesca. 1997. Editado por la Diputación de Huesca. Pág. 98.
  (4) Gombrich. Citado por Añón Feliu, Carmen en: El jardín como Arte y Sentimiento de la Naturaleza. Actas del I curso... op. cit. Pág. 43.
  (5) Olives Puig, J. Op. cit. Pág. 10.
  (6) García, Aurora. Hacia el Paisaje. Catálogo. C.A.A.M. Canarias. 1990. Pág. 13.


13/10/12

Mi espacio sagrado

En los diferentes momentos de mi vida mi casa siempre ha sido mi refugio.
Ahora que nuestro proyecto de vida nos ha traído hasta Annonay (Francia)... nuestra casa es un espacio abierto, grande, lleno de aire, de verde, de vida y, sobre todo, de tranquilidad.
Es algo más que mi refugio, es mi lugar.
Este lugar me invita poco a poco a retomar la pintura y, en particular, el dibujo... alternando papel y piedra, cemento y carboncillo....
Todo ello me ha llevado a revisar unos textos que desarrollé en Alicante. Diferente pais, diferente clima... pero similares planteamientos e inquietudes.
-¿Mi espacio sagrado?:  Mi casa, mi jardín, mi bosque.